
¡Cuánto siento haberme equivocado!
Y, encima a peor. A día de hoy todavía no he podido coger los datos de las grupos (el directo manda) ni escuchar sus declaraciones, pero por lo que pude ver y oír (venía conduciendo) tengo la sensación de que se le encogió el brazo. Porque una cosa es no sentir el “feeling” y otra cosa es lanzar lo que lanzó.Y el tipo es muy bueno… Con la marca que él tiene podría haber ganado el oro. Pero es que los demás tampoco han lanzado en sus marcas. Eso es lo bonito de una competición. Una cosa son los números, las marcas, el ranking y otra cosa es verse allí, en el estadio, los focos, 90.000 personas gritando o en el más absoluto de los silencios, los nervios propios del acontecimiento y sobre todo tu cabeza, que es la que manda ¿Qué pasa en esos momentos por tu cabeza? Vamos a ponernos en tu lugar…
¿Has dormido bien? ¿Hace un buen día? ¿Que haces por la mañana? ¿Almuerzas a gusto?
Coges los bártulos, traslado al estadio, zona de calentamiento… Tomas contacto con el resto de participantes. Esta vez puede que estés más relajado porque vas con Frank Casañas (si te llevas bien con él, que no lo sé). Les miras; te miran. Observas si están relajados o por el contrario están nerviosos. Se les crispa la cara. Tienen el gesto de preocupación. Están oyendo música. Dormitan. Estiran. Relajan. La rutina de los tics. Sobas el disco. Los cordones de los tenis: simétricos. El dorsal bien pegado. Después de tantos años en competición ya os conocéis todos. O casi todos. Habrá algún novato que se haya metido en la final que te tiene un poco preocupado por lo suelto que estaba en la calificación.
Aviso por los altavoces. 15 minutos a cámara de llamadas Todavía hay alguno que tiene que ir al baño. Llamada final y el paseíllo hacía fuera. Sigue impresionando. En formación frente a la tribuna de autoridades oyendo todos los nombres según el orden de lanzar. Ya no hay marcha atrás. Cuatro años y te la juegas en unos minutos. Lanzas el octavo. No lo pienses. Ojalá el primero salga lejos y te relajes. Sobre todo no hacer nulo y a soltar el brazo. Pero es inevitable; tu familia, tus amigos, el entrenador…todos.
Todos pendientes de ti. Y lo sabes y sabes que no les puedes defraudar. Una mierda, 60,46 m, casi un metro menos que en Tincer. Menos mal que los anteriores también han lanzado fatal. Quinto en estos momentos, pero faltan cuatro por lanzar, entre ellos Kanter. Al final octavo, mejor que Casañas.
Segunda tanda, todos por el estilo excepto Alekna que después del primer nulo lo manda a 65 y pico y se pone segundo y justo delante mío Malaclowski mejora su primero y se va a casi 68. Yo tengo que hacer lo mismo. ¡No se si podré! ¡Que humedad! Se me pega la camiseta!. Allí vamos. Mejor, pero apenas dos metros. No es suficiente. En 62 m y los demás por encima de 65. Bueno, pero queda el tercero… Solo necesito uno, uno nada más bueno, el resto me da igual si son nulos o malísimos y sigo octavo, para la mejora.
Tercera tanda, la definitiva. Ahora o nunca. Voy octavo y solo me puede superar Casañas, el resto está por encima. Lo tengo hecho. Allí va… 63,42 m. Casi un metro más.
Pendiente de Frank. No creo que ocurra… No sería justo. Su mejor lanzamiento es 62,16 m, más de un metro por debajo mío. Los dos españoles pendientes de un puesto para la mejora…Y lo que tenía que pasar, pasó. Se va a 64,46 m. Mejora dos metros y me supera. Pasa a la mejora, al final hace un magnífico 5º y yo termino noveno. Ni siquiera diploma.
Otra ocasión fallida, y van….¿ Londres? Si ahora tengo 30 tacos, allí cuatro más. No son muchos tampoco, pero el problema son los demás, que van a seguir ahí y me sigo cagando cuando les veo. Tanto entrenamiento, tanta dieta, tanto sacrificio…Para que al final sea lo de siempre. ¿Lo dejo? ¡Pero si tienes la tercera mejor marca de este año! ¡Pero si el oro ha estado casi un metro por debajo! Estás ahí. Falta serenidad.
¿Cuatro años más? ¿Merece la pena?