
Entre los 24 países figuraba España englobada en el grupo B junto a Eslovenia, Macedonia, Islandia, Túnez y Angola. En el grupo A competían el anfitrión Francia, junto a Polonia, Rusia, Brasil, Japón y Noruega. El grupo C estaba compuesto por Alemania, Croacia, Bielorrusia, Hungría, Chile y Arabia Saudí. En el grupo D lo hacían Qatar, Dinamarca, Suecia, Egipto, Barein y Argentina.



El grupo de España, el B, tuvo un claro dominador en los nuestros que ganaron todos sus partidos con solvencia. También pasó Eslovenia como 2ª al ganar tres partidos y empatar y perder uno. 3ª Macedonia, que ganó y perdió dos partidos empatando el otro e Islandia terminó 4ª, por mejor average general que Tunez 5ª, los dos con cuatro puntos y un partido ganado y dos empatados (uno entre ambos) y dos perdidos cada uno. Tampoco pasó Japón incapaz de conseguir un punto.




En octavos los emparejamientos enfrentaban a primeros contra cuartos y segundos contra terceros de los grupos A y B y de la misma manera ocurría con los grupos C y D. Así a España le correspondía Brasil (4ª del grupo A). Fue un partido a cara de perro y lo que debería haber resultado sencillo se complicó sobremanera. Perdió su esencia defensiva durante media hora y luego se vio con urgencias, algo que no había sentido en ningún instante de este campeonato. Luego corrigió y avanzó, pero con un desenlace apurado y sudores fríos, muy fríos. Lo mejor, el resultado, el 28-27 que concedió el billete a los cuartos de final, en los que esperaba Croacia. En el resto de enfrentamientos, cómodas victorias de Noruega sobre Macedonia, Francia sobre Islandia, Suecia sobre Bielorrusia y Eslovenia sobre Rusia. Más ajustadas las de Croacia ante Egipto, Hungría ante Dinamarca y Alemania ante Qatar.
Para cuartos ya no quedaban peritas en dulce. Nos correspondía Croacia y los peores augurios se hicieron realidad. Miró tanto España a Croacia que durante un buen rato se olvidó de sí misma y lógicamente lo pagó caro. Cayó la selección dirigida por Jordi Ribera (29-30) y se despidió de este Mundial tan atípico (KO de Alemania y Dinamarca también en los cuartos de final). Un primer tiempo excesivamente dubitativo y la pegada de los balcánicos la apearon de semis con un broche doloroso, porque a pesar de ir a remolque encontró un hilillo de esperanza en la recta final, pero las torres croatas apagaron el último aliento. Al descanso, 15-17 en desventaja y luego todo un mundo para darle la vuelta al asunto y agarrarse al campeonato. Y así fue. La curva anímica de Croacia descendió y la de España picó hacia arriba. Tanto que se equilibró el electrónico y a los de Babic les entró el pánico. Tensión máxima, ataques descarnados. Instantes para los elegidos. 29-30 a falta de 10 segundos y Corrales detuvo el lanzamiento, pero luego, en la última posesión, atolondrada por la agonía de la cuenta atrás del reloj, bloquearse ante el muro croata y decir adiós. Esta novedosa España, la del ambicioso proyecto de Jordi Ribera, no pudo prolongar la dinámica de las tres últimas ediciones: bronce en 2012, oro en 2013 y cuarto puesto en 2015. Del resto de enfrentamientos, Francia logro su billete para semifinales al remontar a Suecia (33-30). Su adversario será Eslovenia, que se impuso bien a Catar (33-30). El otro cruce lo protagonizarán nuestro verdugo, Croacia y Noruega (31-28 a Hungría).
En semifinales Francia se desembarazó bien de Eslovenia (31-25) y Noruega hizo lo propio con Croacia (25-28).
Y en la gran final, Francia se impuso a Noruega por 33-26. Todo estaba programado para que el domingo 29 de enero el anfitrión ganara un nuevo título, y así fue. Los franceses sufrieron en los primeros 30 minutos ante una selección noruega a la que se le fueron agotando las fuerzas conforme avanzaba el partido. Noruega, el invitado que se coló por sorpresa en la final, tenía el reto de quitarle el título a Francia en su casa. Los nórdicos durante la primera parte fueron mejores. Impusieron un ritmo altísimo y dispusieron de tres goles de ventaja durante muchos minutos, gracias al acierto de Tonnesen y Hansen en ataque y las paradas de Bergerud. Francia, en cambio, tenía un agujero en defensa que ni siquiera Omeyer ayudaba a tapar. Fue el otro portero francés, Gerard, el que cambió las cosas. El acierto noruego bajó y Francia le dio la vuelta al marcador al final del primer tiempo (18-17). La duda era saber si Noruega iba a mantener en el segundo tiempo el ritmo del primero, y solo hicieron falta cinco minutos para averiguarlo, los que tardó Francia en conseguir un parcial de 5-1 con el que encarriló la final. Noruega solo marcó 9 goles en el segundo tiempo, en el que Gerard se hizo enorme en la portería: acabó con un 41% de paradas.
Desde la victoria contra Brasil en el partido inaugural, Francia ha avanzado con paso firme, sin titubear ganando todos los partidos con autoridad. Han pasado 16 años desde que se proclamara campeón mundial en casa, también el AccorHotels de París (entonces llamado París-Bercy). Aquel fue su segundo título, tras el conseguido en 1995 en Islandia, y el comienzo de un dominio sin precedentes en el balonmano. Desde ese año, el equipo francés ha ganado 14 medallas internacionales, entre las que se incluyen cinco títulos de campeón del mundo, tres de campeón de Europa y dos de campeón olímpico.
La medalla de bronce fue para Eslovenia, que se impuso a Croacia por 31-30.