
Primera ocasión que un país del Oriente Próximo organiza un Mundial de atletismo, debido a su clima cálido, las competiciones se disputaron por la tarde no habiendo sesiones matutinas, mientras que las pruebas de maratón y marcha atlética se desarrollaron a la medianoche. En esta edición se disputó por primera vez la carrera de relevos mixto 4×400 m.
Participaron 1972 atletas (1054 hombres y 918 mujeres) provenientes de 210 federaciones nacionales y España acudía con 38 atletas (27 hombres y 11 mujeres), la convocatoria con menor participación de la historia. Entre las bajas españolas Bruno Hortelano, Lois Maikel Martínez, Jorge Urueña y Javi Guerra. De los convocados, máximas expectativas para Orlando Ortega, Javier Cienfuegos, Ana Peleteiro, Fernando Carro o los marchadores Álvaro Martín, Diego García Carrera, María Pérez y Julia Takacs.
Los primeros mundiales después de 12 años sin Usain Bolt, otras ausencias destacadas son la sudafricana Caster Semenya por su problema con la testosterona o el plusmarquista holandés de 400m, Wayde Van Niekerk que sigue sin recuperarse,


Ana Peleteiro ha confirmado en los dos últimos años ser una atleta de valor mundial, y peleará por el podio en Tokio si vuelve a ganarle centímetros a su récord de España de triple salto.
Javier Cienfuegos ha dado por fin un gran salto en martillo, una de las pocas especialidades donde el reinado universal parece jugarse aún en Europa, y en 2020 deberá confirmarlo.
Eusebio Cáceres necesita un segundo año libre de problemas físicos para volver a ser el que prometía, capaz de acercarse a la barrera de los 8,40m, donde se aseguran las grandes medallas.
Con Adrián Ben, el más joven y la gran revelación de Doha con 21 años, conviene tener más paciencia y una mirada más lejana, pero la nómina de finalistas de 800 y 1.500 metros demostró que, a diferencia del fondo, todavía hay sitio para europeos valientes, regulares en buenas marcas e inteligentes en el medio fondo.


El presidente de la RFEA evita poner una nota, aunque reconoce que solo la marca personal de Ben en 800m 1'45"58 y la marca del año del relevo 3'04"27, en una mala actuación, es un pobre bagaje en un Mundial de grandes registros. "No es un buen balance en ese aspecto, pero no ha habido nadie con grandes descalabros, aunque nos ha faltado ese punto de excelencia", explica para destacar que esta vez solo nueve atletas cayeron a la primera de un equipo más escaso de 37 atletas.
El seleccionador Pepe Peiró, espera que la cifra aumente para Tokio 2020 con algún paso de jóvenes que han destacado este verano en Europeos de categorías inferiores, recuperación de lesionados y un nuevo sistema más allá de mínimas quizá más favorable. En cualquier caso, apuntó a TVE, la exigencia para ser internacional que ha marcado en su primer año, cuando 17 de la marcas internacionales para Doha se endurecieron, no se rebajará.
En cuanto al resto de campeonato llama la atención el estadio casi siempre vacío y en cuanto a las marcas, los Mundiales arrancaron con dudas por lo tardío de la fecha. ¿Cómo responderían los atletas a finales de octubre? La respuesta ha sido excelente. En Doha se batieron tres récords mundiales (Dalilah Muhammad en 400 vallas y Estados Unidos dos veces, en 4x400 mixto), uno sub-20 (Yaroslava Mahuchikh en altura), seis plusmarcas de los Campeonatos, 21 topes continentales y 87 nacionales. Algunas claves del aluvión de registros: el anillo del estadio Khalifa, el veloz sintético, el microclima creado con el aire acondicionado, los nuevos calzados y las planificaciones de los entrenadores.
Otra cosa fueron las pruebas fuera del estadio, en la zona marítima de Corniche, a orillas del Golfo Pérsico. En las pruebas de fondo y marcha, aunque se disputaron a medianoche, se vivió otra historia. Con 32º y hasta un 75% de humedad, las marcas estuvieron a años luz de lo visto en el Khalifa.
En cuanto a la TV, se quedó a medias, porque no mostró todas las innovaciones tecnológicas de datos en directo que se prometieron (que ya se han utilizado en las finales de la Liga de Diamante), pero al menos nos ofrecieron el ángulo y la velocidad de muchos lanzamientos o la velocidad final de algunas carreras de medio fondo. Eso sí, con los concursos no fueron equitativos: en algunos se vio bastante y en otros, como es habitual, muy poco.
Nombres propios:

Los Ingebrigtsen noruegos, Henrik de 28, Filip de 26 y Jakob de 19 años. Fue Jakob, repescado de la semifinal, el que acabó 5º en los 5.000m por detrás de etiopes y keniatas y 4º en los 1.500m que ganó con una aplastante autoridad Timothy Cherouiyot con unos excelentes 3'29"26.

Otro noruego, Karsten Warholm con una aplastante superioridad deja el trono de 400 vallas en poder vikingo.
La ucraniana Yaroslava Mahuchikh ha sido una de la grandes sensaciones al ganar la plata en el salto de altura y lograr el récord del mundo sub-20 con 2.04 a sus escasos 18 años.
Mutaz Barsim, el qatarí no podía faltar en esta lista ganando su prueba, la altura, y repitiendo título en casa, ante los suyos, incluido el Emir, con el estadio por primera y única vez lleno. Fue con un salto de 2,37 m, la mejor marca del año.
Dalilah Muhammad, la norteamericana batió un record del mundo que duraba 16 años. Acabó en 52"16 en los 400m vallas.
La joven de Bahrein Salwa Eid Naser cambia la historia de los 400m, sorprende a la bahameña Miller-Uibo y firma la tercera mejor marca de la historia (48,14s), la mejor desde los registros increíbles de las atletas que volaban con testosterona en los años 80.

La pequeña jamaicana Shelly Ann Fraser-Pryce gana su cuarto oro mundial en los 100m lisos. Tras ser madre, voló en 10,71s y se convierte en la velocista más consistente de la historia.
En una final de triple de alto nivel, Christian Taylor impuso su veteranía para proclamarse campeón del mundo por cuarta vez. El estadounidense, que no se baja de lo más alto del podio desde Daegu 2011 y que también es doble campeón olímpico (Londres 2012 y Río 2016), batió con un mejor salto de 17,92 a su compatriota Will Claye (17,74) y al burundés Hugues Fabrice Zango (17,66).

Noah Lyles. El norteamericano confirmó las expectativas y se impuso en los 200m con una marca de 19.83.
La otra cara de la moneda está representada por:
Kevin Mayer: el plusmarquista francés de Decathlon se retiraba en la prueba de pértiga, lesionado en los isquios, cuando ya marchaba líder.
Nafi Thiam. La belga es la deportista más completa del mundo, capaz de saltar 6,86 en longitud y 2,02 en altura, puede también lanzar la jabalina a casi 60 metros. Favorita en el heptatlón, fue batida por la británica Katarina Johnson Thompson.
Juan Miguel Echevarría. El cubano, de sólo 21 años y elegido de manera unánime para superar los 9 m en el salto de longitud, según los entendidos, fue superado en la final por el jamaicano Tajay Gayle y el norteamericano Jeffrey Hendersson.
Sydney McLaughlin (400 vallas). Las marcas comerciales se pegaban por ella, la gran sensación de la NCAA universitaria, que firmó por New Balance y su imagen se proyectó en Times Square. A los 20 años la fabulosa atleta, capaz de correr con asiduidad por debajo de 53 en esta vez se topó con su compatriota Muhammad en su mejor día.
Para terminar, Omar McLeod, el jamaicano, vigente campeón olímpico de 110 metros vallas en Río, debe gestionar mejor su manera de encarar las vallas. Perjudicó a Ortega, al espectáculo y a él mismo (la caída le impidió acabar). Suerte que esta vez nadie resultó lesionado.
En el medallero, el dominio de EE.UU sigue siendo aplastante. Con África ascendiendo y Europa acusando la creciente globalidad del atletismo, Estados Unidos se mantiene al mando del cotarro, tiranizando la clasificación. Después de la derrota de Pekín 2015 (por detrás de Kenia y Jamaica) e igualando los números de Londres 2017: 30 medallas, 10 títulos y triplicando al segundo (Kenia, 11 podios); mantiene el dominio (14 oros, 11 platas y 4 bronces) sobre todo gracias a los hombres.
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