La 5ª y definitiva jornada comenzaba con Irlanda liderando la clasificación con 19 puntos, cuatro más que Francia, única selección en poder arrebatarle el título este año al Trebol.
Irlanda defendía en Dublín su liderato y la posibilidad de Grand Slam ante Inglaterra mientras Francia, en el segundo partido de la tarde, quemaría sus naves en Saint Denis ante Gales. Las opciones de reeditar título del Gallo, pasan por ganar con bonus y que Irlanda no sume ante Inglaterra. En términos históricos, Irlanda no es una narrativa de éxito dentro del Seis Naciones. De hecho es el equipo que menos títulos (14), exhibe en sus vitrinas excluyendo a Italia. En 127 apariciones solo ha conseguido el Grand Slam, en tres ocasiones. La primera, en 1948 y las dos siguientes ya en este siglo (2009 y 2018), el de la consolidación de su exitoso modelo de franquicias, que ha llevado a la selección a cotas de éxito nunca vistas antes en un país con más apetito por el fútbol gaélico, el hurling o el golf que por el balón oval. Enfrente, una Inglaterra maltrecha, que viene de encajar la peor derrota de su historia en Twickenham ante Francia. Comprobado que Marcus Smith no va a solucionarle la papeleta a corto plazo, Steve Borthwick retorna a la ortodoxia con Owen Farrell en el 10 y tratará de explotar el poderío del retornado Tuilagi en el 12. Ribbans en el 5 y Arundell en el 11 son las otras novedades en un equipo con el orgullo gravemente herido, precisamente lo que le hace peligroso hoy.
Además Italia viajaba a Edimburgo en el primer partido de la tarde para completar la jornada estando en juego la cuchara de madera, que la ilusionante Italia, de nuevo sin Capuozzo, podía evitar con una victoria con extra en caso de que Gales no puntúe ante Francia.
Comenzaba la jornada con el partido
Escocia 26 Italia 14. Aparte del orgullo de Escocia, que formaba sin Russell ni Hogg con todo su pescado vendido (oportunidades para Kinghorn en el 10 y Smith en el 15). En un partido agradecido y primer acto de la jornada de ‘supersábado’ que echaba el cierre al Seis Naciones, para Escocia, nada en juego más allá de evitar caer en su casa ante el último clasificado y para Italia, una oportunidad remota de evitar, con un triunfo, la cuchara de madera. Un equipo, el italiano que volvió a dar la cara en plaza complicada, que ha sido la alegría del torneo, por su juego osado y porque ahora sí justifica su plaza. Si esto va a seguir siendo un cortijo, por lo menos que tenga sentido. Esta vez el partido se le fue por la melé, sometido Riccioni por Schoeman hasta el punto de acabar viendo la amarilla al filo de la media hora. Hasta entonces los transalpinos habían mantenido las distancias gracias al pie de Allan, que neutralizaba un posado acrobático de Van der Merwe en el banderín (5-6) min 15.
La expulsión temporal del 3 visitante desequilibraba el duelo a favor de Escocia, que entre la recta final de la primera parte y el arranque de la segunda se alejó con dos ensayos casi calcados de Kinghorn, el sustituto de Russell este sábado (tampoco estuvo Hogg en el 15, y es bueno que el Cardo se vaya acostumbrando a sus ausencias, ya ambos en la treintena). Dos veces vio una puerta en la 22 rival y dos veces se lanzó a explotarla con éxito (19-6) min 45, resultado con el que se fueron a vestuarios.

Solo los errores propios en campo rival, una de las asignaturas pendientes de esta estimulante Italia, malograron su conato de reacción. Hasta que una buena combinación iniciado por Bruno derivó en una patada rasa de Garbisi que aprovechó Allan para ponerle pimienta a un último cuarto de contienda en el que pudieron haberse llevado el triunfo (19-14) min 65. Al final sacaron un bonus defensivo que, valga la redundancia, es un bonus a su ilusionante Seis Naciones. Viene más madera por detrás, así que cabe esperar un crecimiento sostenido en próximas ediciones. De momento queda como farolillo rojo por octava vez consecutiva. Peor parece el panorama caledonio, con una generación que parece agotada y mimbres escasos, por ahora, en las categorías inferiores. Ni mucho que celebrar ni mucho que lamentar para los de Townsend en otra experiencia agridulce en este torneo.
ESCOCIA (12+14). Schoeman, Turner, Z. Fagerson, Skynner, Gray, Ritchie, Watson, Dempsey, White, Kinghorn, Van der Merwe, Tuipulotu, Jones, Stein y Smith. También jugaron: Ashman, Sutherland, Nel, Cummins, M. Fagerson, Price, Healy y Redpath.
Marcador: 4 ensayos Van der Merwe (12') y Kinghorn (29', 43' y 80') y 3 transformaciones Kinghorn (30', 45' y 81').
ITALIA (6+8): Fischetti, Niccotera, Riccioni, Iachizzi, Ruzza, Negri, Lamaro, L. Cannone, Fusco, P. Garbisi, Gesi, Morisi, Brex, Bruno y Allan. También jugaron Manfredi, Zanni, Ceccarelli, N. Cannone, Pettinelli, Zuliani, A. Garbisi y Zanon.
Marcador: 1 ensayo Allan (61') y 3 golpes de castigo Allan (7' y 15') y Garbisi (65').
Árbitro: Angus Gardner (Australia). Amarilla a Riccione (28').
Francia 41 Gales 28. Francia que recuperaba a Atonio en el 3 y daba entrada a Taofifenua en el 5, necesitaba ganar con bonus y,… que Irlanda no sumara ante Inglaterra. El ensayo tempranero de North, consecuencia de unos minutos iniciales de dominio de la delantera galesa (0-7) min 7, era un contratiempo que no ayudaba. Pero fue efímera muestra de orgullo de un Puerro que no pude brindarle a Alun Wyn Jones, el coloso de Ospreys, la despedida que merecían sus 158 apariciones internacionales. Se echará de menos su entrega y su elegancia en el campo; esas transversales, ajenas a filias y fobias. Especialmente ahora, en un equipo que tiene mucho trabajo por delante para volver a los días de gloria que con él, en la segunda línea, ha vivido. Esos días de gloria los está viviendo ahora Francia, que sin ser la de 2022, encara en buena lid la recta final hacia el Mundial que acogerá en otoño. Aunque le ha faltado este año consistencia en la propuesta, es fascinante su capacidad de abrasión y la facilidad para descoser equipos con un acelerón de Ntamack o Dupont, infinitos en su elegancia y su inteligencia, estajanovistas cuando toca, magníficamente escoltados por detrás y por delante. Entre ambos, con la colaboración de Ramos, trazaron el primer ensayo francés de la tarde, rentabilizado por Penaud (7-7) min 11. Abierto el tarro, afloraron las esencias. De nuevo con Dupont como catalizador, el segundo posado local llevó la firma de Danty. La secuencia fue casi calcada: concentrar defensas en un costado para llevar la almendra al opuesto, donde esta vez apareció sin oposición el primer centro. Quedaban dos marcas más para el bonus. La mitad de los deberes hechos con mucho tiempo por delante (20-7) min 34.

Con ese luminoso al descanso, Francia no procrastinó. Desde el comienzo de la segunda mitad se afanó en completar la tarea. Dos ensayos en diez minutos le dieron el necesario punto extra. Más prosaico el primero, anotado por Atonio (27-7) min 44; poético el segundo, un redoble quirúrgico entre Dupont y Ntamack que abrió camino para Fickou (34-7) min 49. Intentó rebelarse tímidamente contra su destino Gales, que recortaba distancias por medio de Roberts, primero, y T. Williams después (34-21) min 66, pero no había lugar para las sorpresas en el guion de una Francia que sentenciaba con un nuevo doblete de Penaud (41-21) min 78. Mientras Gales, pese a la reacción final (41-28), marcha al rincón de pensar…, cierra tan sólo con un exiguo triunfo ante Italia una de sus peores actuaciones en la cita de los últimos años, Francia se sentaba después a esperar un favor inglés. Estuvo viva en la pelea por el Seis Naciones hasta el último momento quemmando sus últimas naves con una victoria con bonus ofensivo, obligando por tanto a Irlanda a puntuar, en el duelo ante Inglaterra que clausuraba el ‘supersábado’.
FRANCIA (20+21). Baille, Marchand, Atonio, Flament, Taofifenua, Cross, Ollivon, Alldritt, Dupont, Ntamack, Dumortier, Danty, Fickou, Penaud y Ramos. También jugaron Mauvaka, Wardi, Falatea, Chalureau, Macalou, Lucu, Moefana y Jaminet.
Marcador: 5 ensayos Penaud (9' y 76'), Danty (33'), Atonio (43') y Fickou (48'), 5 transformaciones Ramos (11', 34', 44', 49' y 78') y 2 golpes de castigo Ramos (25' y 29').
GALES (7+21). W. Jones, Owens, Francis, Beard, AW. Jones, Wainwright, Tipuric, Faletau, Webb, Biggar, Dyer, Tompkins, North, Adams y Rees Zammit. También jugaron: Roberts, Thomas, Lewis, Jenkins, Reffell, Hardy, T. Willians, O. Willians y Halfpenny.
Marcador: 4 ensayos North (7'), Roberts (55'), Williams (65') y Dyer (79') y 4 transformaciones Biggar (7', 56' y 66') y Halfpenny (80'.
Árbitro: Nik Berry (Australia).
Finalizaba la jornada con el
Irlanda 29 Inglaterra 16. Decisivo partido el que se disputaba en el Aviva Stadium de Dublín entre los locales, ansiosos por rematar la faena y conseguir su 15º Torneo. Enfrente los ingleses, de capa caída, intentando impedirlo. La empresa que afrontaba este sábado Irlanda, era un Millenium Trophy en el que podía abrochar su cuarto Grand Slam, y para añadir más pompa al asunto, la cita era en Dublín, un día después de San Patricio. El No va más. Con los Farrell con el corazón partío, tres cambios introducía para la ocasión Farrell padre en el XV del Trébol: Baird por Henderson en la segunda, Gibson-Park por Murray en el 9 y Henshaw por Ringrose, convaleciente aún tras su alarmante caída el fin de semana pasado en el duelo ante Escocia. Enfrente, Borthwick retornaba a la ortodoxia con Farrell hijo en el 10, tratando de explotar el poderío del retornado Tuilagi en el 12. Ribbans en el 5 y Arundell en el 11 eran las otras novedades en un equipo con el orgullo gravemente herido, lo que le hacía peligroso especialmente hoy. Con Francia, habiendo hecho sus deberes ante Gales, Irlanda necesita como mínimo un bonus defensivo para ser campeona.
El peso de la responsabilidad caía como una losa sobre Irlanda en los minutos iniciales, con una dinámica errática favorecida por la intensidad que exhibió de salida Inglaterra, en línea con lo que se esperaba de ella tras la debacle de Le Crunch. El pie de Farrell rentabilizaba las dudas irlandesas en un primer cuarto de hora que honraba la condición del rugby como deporte de contacto (0-6) min 14. Tras malograr Sexton, precipitado, una buena ocasión de visitar por primera vez la zona de marca inglesa, fue el propio 10 de Leinster quien abría la espita del flujo de anotación local, con un golpe a palos que le convirtió en el máximo anotador de la historia del torneo (566 puntos) y que ya nunca volverá a jugar. De O’Gara a Jonathan. Todo queda en casa (3-6) min 18. Se celebró la efeméride cual ensayo.

Como cada placaje ganador de los hombres de verde, como cada quiebro o cada touch conquistada. Entonaban los congregados el dulce Fields of Athenry cuando Irlanda consiguió al fin enhebrar la aguja. Touch lanzada por Sheehan y recogida por Van der Flier, que enseguida se la devuelve por el cerrado a su talonador, un purasangre camino al posado. Una jugada de memoria colectiva, de equipo hecho. No fue ese el zarpazo definitivo para Inglaterra (10-6) min 34.
Ese se lo dio el sudafricano Jaco Peyper, juez del pleito, que expulsó a Steward a tiempo cumplido (40'). Fue una decisión drástica, producto de la interpretación a cámara lenta de algo que ocurrió en décimas de segundo. Keenan persiguió un balón raso, cabeza gacha, y se encontró con el hombro del zaguero inglés, que en su intento de protegerse hizo un último gesto extraño. Hace no mucho habría salido impune de las pesquisas. Ahora la preocupación por determinados contactos favorece este tipo de sentencias. A vestuarios se iban los ingleses con uno menos y un marcador en contra (10-6), que sería muy difícil de remontar.
Pero conducida por fuerzas ajenas al cansancio, en una rivalidad atávica, Inglaterra se las apañó para aguantar el tipo hasta cumplida una hora de envite. Fue entonces cuando el Grand Slam empezó a oler a Guinness, a pan de patata, a banoffee. La delantera irlandesa trabajó el eje y una Inglaterra desgastada empezó a dejar intervalos. En uno de ellos se adentró Henshaw para poner una distancia ya a todas luces insalvable, con la transformación de Sexton (17-9) min 61. La puntilla la daba Herring a poco del final con un precioso ensayo (29-16) min 76, Inglaterra ya hecha del todo jirones por una amarilla a Willis. El pilar de Ulster dio con su zambullida el pistoletazo de salida a lo que será una noche larga en la Isla Esmeralda para honrar a un equipo que ha sido el mejor de cabo a rabo del torneo. Lo único que podría lamentar el aficionado irlandés en este feliz fin de semana, vista la precisión con la que funciona ahora mismo el engranaje montado por Andy Farrell, es que el Mundial aún esté a medio año de distancia.

IRLANDA (10+19). Porter, Sheehan, Furlong, Baird, Ryan, O'Mahony, Van der Flier, Doris, Gibson-Park, Sexton, Lowe, Aki, Henshaw, Hansen y Keenan. También jugaron, Herring, Healy, O'Toole, Treadwell, Conan, Murray, Byrne y O'Brien.
Marcador: 4 ensayos Sheehan (32' y 67'), Henshaw (61') y Herring (76'), 3 transformaciones Sexton (34', 62' y 69') y golpe de castigo Sexton (18').
INGLATERRA (6+10). Genge, George, Sinckler, Itoje, Ribbans Ludlam, Willis, Dombrandt, V. Poortvliet, Farrell, Arundell, Tuilagi, Slade, Watson y Steward. También jugaron Walker, M. Vunipola, Cole, Isiekwe, B. Curry, Mitchell, Smith y Marchant.
Marcador: 1 ensayo George (72'), 1 transformación Farrell (72') y 3 golpes de castigo Farrell (7', 14' y 50').
Árbitro: Jaco Peyper (Sudáfrica), determinante su actuación por la roja a Steward (40'). Además amarilla a Willis (75').
Cuarto Grand Slam para los irlandeses, y por extensión una Triple Corona, un Millenium Trophy y un Centenary Quaich.
Un quintal de plata fue la ofrenda de la Irlanda rugbística a San Patricio, su patrón, un día después de la gran fiesta nacional, que es en cierto sentido universal porque con el paso de los siglos el pueblo irlandés se ha desparramado por todo el globo. Una diáspora alimentada en parte por el histórico maltrato de Inglaterra, precisamente el colaborador necesario. 15º título y una página especial en sus tomos de historia, porque es el primero que conquista en Dublín, ante su parroquia.